El nuevo gobierno de España goza de talento y carisma. Pedro Sánchez se ha rodeado de gente muy competente en su ámbito profesional, con una trayectoria, en general, dilatada y brillante. Cada uno de nosotros tiene su propio pensamiento, ideología y criterio político. Unos se arriman a la derecha, otros a la izquierda y hay quién considerará que las posiciones del centro- liberal son las más coherentes y acertadas. Pero visto y analizado el nuevo gabinete del presidente Sánchez, debo reconocer que es potente y de muy aceptable nivel. Nombres como Borrell, Gómez Marlaska, Duque, Calviño o la fiscal Delgado, entre otros, imprimen un aire fresco y renovador al nuevo ejecutivo. Son gente de prestigio que, ahora, tienen por delante la enorme y dificultosa tarea de gobernar bajo mínimos y, mucho me temo, con escasas ayudas de quienes les han empujado al poder, unos socios que detestan a buena parte de los nuevos ministros. La llegada de Josep Borrell, por ejemplo, ha sido encajada como una puñalada trapera por el independentismo catalán. Seguro que Otegui y sus secuaces de Bildu tampoco bendecirán la llegada del bilbaíno juez Marlaska, permanente objetivo de eta, a la cúpula del ministerio del interior. En definitiva, estamos ante un gabinete muy preparado, con 11 mujeres y seis hombres, que llegan para quedarse, no me parece un gobierno diseñado para convocar elecciones a corto plazo. No queda otro remedio que desearles acierto y suerte en el trabajo, pues su suerte y sus aciertos serán cruciales para el desarrollo de nuestro país.

Opinión política al margen y, como quiera que estamos en un medio de carácter eminentemente deportivo, considero que el gran lunar de Pedro Sánchez se centra en el ministerio de Cultura y Deporte, dirigido por el valenciano Màxim Huerta, una figura muy mediática, primero por su condición televisiva y, posteriormente, como exitoso escritor de novelas, libros de viajes, cuentos infantiles y relatos ilustrados. Lo negativo del personaje radica en su pasado más reciente, que nos llega cargado por el “venenillo” de un diablo implacable que responde al nombre de las peligrosas redes sociales. Gracias a Twitter hemos podido conocer que Huerta odia el deporte y es enemigo de sobrevalorar lo físico. Una opinión tan respetable, como muchas otras, si no estuviéramos ante el máximo representante del deporte español. No creo que esta sea la mejor carta de presentación para quien debe regir una de las actividades que mayor sello y sentimiento popular despierta en nuestro país. Hombre, tampoco es cuestión de pedirle al nuevo ministro que sea un docto en la materia, pero sí, por lo menos, tener una mayor sensibilidad hacia su nuevo cargo. Sea como fuere, la gestión de su día a día, al frente del ministerio, será el juez inapelable que marcará el acierto o el fracaso de su etapa al frente del ministerio.