El Barça sale a incendio diario. Va encadenando una crisis detrás de otra a un ritmo de vértigo. En estos días, el escenario se ha situado en la planta noble. Bartomeu fue el primero en disparar contra cuatro directivos a los que pidió su dimisión porque no se fiaba de ellos. Los tenía en el punto de mira porque le habían acorralado con el escándalo de las redes sociales y el presidente no admite las voces discordantes.

No le tembló el pulso para deshacerse de Emili Rousaud, directivo al que había promocionado a la vicepresidencia y designado como sucesor. De esto apenas hace unas semanas. Rousaud presentó su dimisión y con él otros cinco directivos. En las próximas horas pueden irse otros tres. Si sucediera, eso significaría rozar el número necesario para que sea obligatoria una convocatorias de elecciones. Según los estatutos, la dimisión del 75% de los directivos lo exigiría. La acusación de Rousaud de que alguien ha metido la mano en la caja es gravísima.

Bartomeu lleva una temporada peleándose con todos. Ahora el foco está en sus directivos, pero hace unos días la tuvo con sus jugadores por el tema de la rebaja de sueldo. Hasta Messi, con el respaldo de toda la plantilla, en su comunicado le dio un palo a la Directiva. Por filtrar y por manipular. Antes de las fiestas navideñas, Piqué ya había hecho lo propio.

El presidente también tuvo que mediar entre Abidal y Leo cuando el secretario técnico hizo responsables a los jugadores en general del cese de Valverde. El argentino tardó una hora en responderle en las redes creando un profundo cisma entre la plantilla y la dirección deportiva. Otra marejada.

Sin embargo, el asunto más feo ha sido el de las redes sociales. La utilización de las mismas para el desprestigio de jugadores, ex entrenadores, rivales en las urnas o periodistas, saltó a la luz pública como un escándalo de enorme magnitud que, a la postre, ha sido el detonante de la crisis de la Junta.

Y también fue el detonante que encendió al Camp Nou. El socio ya tiene al presidente en el punto de mira. En dos partidos se llevó la pañolada de la grada y escuchó gritos de ‘Bartomeu dimisión’. Y no fueron unos cuantos, fue una respuesta masiva.

nte este panorama, la gran mayoría se habría ido o se habrían anticipado las elecciones. Pero Bartomeu no tiene ninguna intención de marcharse. El presidente va a aguantar hasta el último día de mandato que concluye en junio de 2021. Con la purga de directivos, tiene a la Junta controlada. El equipo seguirá su camino y aunque las relaciones con los jugadores no son las mejores, el presidente les dará lo que haga falta para que no se le amotinen.

La clave está en el Camp Nou. Que la afición siguiera pidiendo su dimisión en cada partido sí sería grave. Pero Bartomeu tiene la suerte de que el estadio está cerrado por la pandemia. Y tardará en abrirse. Así que nadie pedirá su marcha en unos cuantos meses. Así que Bartomeu se queda hasta el final.