El Barça sumó su séptima Copa del Rey de balonmano consecutiva última de Víctor Tomás y Raúl Entrerríos, vigésimo cuarta en su historial. Nada que no se diera por descontado de antemano. Lo consumó con la acostumbrada contundencia en las finales que lleva ganando desde 2014, derrotando por 40-25 al BM Benidorm, cuya presencia en esta final no aparecía en ningún guión. Para sus jugadores la Copa acabó el sábado, desde el punto de vista de objetivos, sobrepasados con creces. Asumieron el último partido como un merecido premio tras protagonizar dos sorpresas y lo jugaron con pasión.

Una diferencia de 15 a 1 entre los presupuestos de ambos clubes no daba margen para la especulación. Es la asignatura pendiente del balonmano español, doble campeón de Europa y del mundo de selecciones: el crecimiento financiero, primero, y deportivo de posibles alternativas al Barça.

El Benidorm no apareció como cordero entregado. Su entrenador, Fernando Latorre, ya había puesto en aprietos al Barça en temporadas pasadas con algunas estrategias. En la Caja Mágica dispuso un ataque con siete desde el pitido inicial. Y aunque la respuesta fue un gol inmediato de Pérez de Vargas de puerta a puerta, el valiente intento les proporcionó las ocasiones de gol para su segunda línea que buscaban. Eso duró hasta el minuto 14 (8-5), en que Latorre pidió tiempo muerto y deshizo la medida. Ahí se le cegaron sus fuentes y, coincidiendo con las rotaciones, el Barcelona empezó a decantar claramente el partido con su neta superioridad, doblando en el marcador (12-6, 14-7, 16-8, 18-9) hasta el 21-12 del descanso.

Otros hubieran tirado la toalla, pero el Benidorm se agarró a la pista. Era ‘su’ final, la primera y quién sabe cuándo volverán sus hombres a disputar otra. Siguieron jugando con pundonor, recordando que eran dos equipos los que protagonizaban esta final, por mucho que Pérez de Vargas o Fàbregas se mostrasen a un nivel inalcanzable para ellos.

Conducidos por el júnior francés Lignieres, el Benidorm buscó insistentemente al pivote Da Costa, un refuerzo del mercado de invierno que ha justificado su fichaje. Apurando sus fuerzas -han utilizado sólo 14 jugadores durante el torneo- ante un rival de recursos inacabables evitaron el desplome (19-13 el parcial de la segunda mitad) y acabaron la final preservando la buena imagen que han dado en las rondas previas.

Víctor Tomás levantó el trofeo de la Copa del Rey, la última suya y la de Raúl Entrerríos, los últimos junto a Pérez de Vargas en abandonar la pista, porque son algo más que jugadores del Barça, son símbolos del mejor balonmano español.

Fuente Marca.com