Siete años después, el Barcelona recuperó el trono de la Liga Endesa. Los azulgranas no quisieron esperar y, en el segundo partido de la final, en el Palau y ante unos pocos de sus aficionados, aplastaron a un Real Madrid que fue todo impotencia (92-73). El campeón, muy superior en físico y efectivos, no dio ninguna opción a un rival muy tocado desde el comienzo y cerró el curso con un baño en el último Clásico y con un Nikola Mirotic estelar. Falta le hacía una actuación así con un título en juego.

El primer proyecto de Sarunas Jasikevicius al frente del Barcelona llega a buen puerto, aunque no al mejor. Le faltó la Euroliga para firmar un triplete histórico, pero el equipo ha disputado todas las finales. Es lo mínimo que se puede exigir a una de las mejores plantillas de Europa y de la historia del club. El triunfo, además, alimenta la posibilidad del cambio de ciclo en el baloncesto español.

Al Madrid, al menos a su plantilla y a su entrenador, se le puede reprochar muy poco. Su temporada se entiende desde las desgracias de las lesiones, pero también desde las marchas inevitables de dos puntales ante las que no hubo cintura para reaccionar desde los despachos. El equipo ha competido al máximo de sus fuerzas ante un sinfín de catastróficas desdichas. Poco más se le puede exigir.

Si acaso, comenzar más centrados en el que podía ser el último partido de la temporada. Y lo fue porque los madridistas acudieron al Palau en cuerpo, pero no en espíritu. El Barça aprovechó la pésima actitud de su rival para coger vuelo con un Mirotic que ya anticipaba su gran actuación desde el 7-0 inicial. Cinco minutos tardaron los azulgranas en fallar un tiro. A lomos de un sensacional Calathes, metieron los siete primeros lanzamientos ante la inexistente defensa visitante y una pésima versión de Llull, al que no le salió nada.

Con 16-5, Laso pidió un tiempo muerto. Hubo bronca, claro. «¡No hemos entrado en el partido, no les hemos parado! ¿Hemos venido a un show? ¿Os vais a ir con la cara todos de que esto es un show?», gritó a sus jugadores, que por entonces no habían cometido ni una sola falta personal. Tras la ‘Lasina’ hubo una ligera reacción en forma de dos triples, pero la compensó la irrupción de Pau Gasol, que volvió a producir a toda velocidad. Como hace 20 años, volvió a ser importante en una final de la ACB. Pudo ser su último partido a nivel de clubes. El colofón a su carrera puede llegar en los Juegos de Tokio.

La diferencia la estiró Kuric hasta los 14 puntos nada más comenzar el segundo cuarto (29-15). Pero por encima del ataque del Barça primaba una defensa espectacular que asfixiaba al Madrid. Cada ataque blanco era un parto con sus 24 segundos de embarazo. Ni un tiro liberado, todos los triples punteados, constantes 2×1 bajo el aro, omnipresencia azulgrana…

Mirotic

Mirotic, sin la presión de un marcador apretado y con el viento de cola, se gustó en el segundo cuarto. Hizo siete puntos seguidos acumulando tiros libres y de paso sacó de quicio a Garuba, frustrado como el resto de su equipo. Gris despedida para el canterano madridista, al que esperan el draft y la NBA. Poco antes del descanso, la renta local alcanzó los 20 puntos (48-28). Ni la pareja Tavares-Poirier habían bastado al Madrid.

La capacidad de reacción de los blancos, ese instinto de supervivencia que les mantuvo de manera heroica durante toda la temporada, no apareció después del intermedio. Nadie pudo desconectar a la computadora que Calathes esconde bajo su reluciente calva y el Mirotic más intenso de los últimos tiempos seguía a lo suyo. El Barça se fue por 22 puntos (64-42).

La última vez que se vio con vida al Madrid fue después de un parcial de 0-9 con Tyus al mando. El marcador se ajustó hasta el 66-53, pero la respuesta del Barça fue demoledora: un 11-2 (77-55) con un Gasol estelar al que Calathes alimentó en más de una ocasión. Cada canasta del mito azulgrana iba dedicada a su esposa y su hija, que disfrutaban en la grada.

La fiesta duró todo el último cuarto mientras Jasikevicius iba sustituyendo estrellas: primero Calathes, luego Pau, más tarde Mirotic… Todo eran abrazos en el banquillo. El Barça había arrollado al Madrid para conquistar la Liga Endesa siete años después. Es su primer doblete en una década. Quizás es un cambio de ciclo.