La situación del RCD Espanyol, a nivel deportivo, sigue siendo complicada. Resulta evidente que las bajas de Casilla, Sergio García, Lucas Vázquez, Héctor Moreno y Cristian Stuani están pasando factura a la marcha del equipo. Pero la prioridad por salvar al club del desastre económico y no abocarlo al precipicio del descenso administrativo obligó a prescindir de los máximos activos del vestuario. Tras la victoria ante el Depor, el equipo ha tomado oxígeno, aunque la realidad, a 4 puntos del decenso, continúa preocupando.
Afortunadamente, la llegada de Chen Yanseng ha aportado estabilidad al crucial aspecto económico. El nuevo propietario ha desembolsado la friolera de unos 72 millones de euros, entre la amortización del crédito sindicado, pagos a hacienda, el fichaje de Oscar Duarte y demás considerandos que hacían inviable la continuidad del club a final de la presente temporada. Era la crónica de una muerte anunciada, a la que el grupo Rastar ha puesto rápida y activa solución para frenar la sangría de pérdidas.
El tiempo dirá si el Espanyol, con la llegada de capital chino, dará el esperado salto de calidad o seguirá en un discreto segundo plano. De lo que no cabe ninguna duda es que el actual modelo era insostenible y tenía clarísima fecha de caducidad. Con Míster Chen y el tema económico controlado, el margen de crecimiento es muy factible. El nuevo contrato televisivo, un magnífico estadio por explotar y una ciudad como Barcelona suponen un magnífico escaparate al mundo de la inversión. Sólo falta una gestión seria y controlada para dar el salto y codearse con los mejores. Esta temporada, la premisa es salvar la categoría. Después, tiempo habrá para volar en busca de nuevos retos.