Después de dolerse de la rodilla al empezar el partido abre el marcador con un golazo frente al Alavés , el 26 en lo que va de temporada
Apenas dos minutos bastaron para saber que Kylian Mbappé no estaba al 100%. Los dos primeros contactos del 10 del Madrid con la pelota tuvieron como continuidad la mano llevada a su rodilla izquierda.
Ausente el pasado martes ante el Manchester City, el máximo goleador del Madrid (25) y de LaLiga (16) llegó a Vitoria con la incógnita de si estaría listo para jugar. Lo estuvo en un partido en el que Xabi Alonso necesitaba a su mejor jugador, tanto por la distancia con el Barcelona —siete puntos al inicio del encuentro— como por su delicada situación en el banquillo blanco.
Pero nadie saltó a calentar. La articulación fue entrando en calor y el Alavés empezó a sentir que la amenaza de Mbappé crecía. Primero llegó un caramelo para Rodrygo, que el brasileño quiso alejar tanto de Sivera que acabó mandándolo fuera. Y a los 25 minutos apareció la versión habitual del francés: estampida a campo abierto, rivales sin alcance, búsqueda de zona de remate y pelota a la escuadra.
Hace tiempo que está claro que este es el Madrid de Mbappé. Aunque él niegue que exista dependencia de sus goles y que el 1-2 no fuese suyo (obra de Rodrygo), la realidad es incontestable: de los 47 que suma el equipo, el 55,3% llevan su firma. Pero más allá de un dato escalofriante, la evidencia es clara: este Madrid tiene en Mbappé el corazón de todas sus esperanzas.













