Ter Stegen ya es leyenda
Siempre se ha dicho que para ser portero hay que estar hecho de una pasta especial. «Estar medio loco», se suele decir. Es la posición más solitaria en un terreno de juego. Su trabajo consiste, básicamente, en evitar lo que todos quieren ver, en cortar la fiesta que es un partido de fútbol: en evitar que haya goles. Quizás por eso siempre hay esa complicidad entre guardametas cuando se saludan antes y después de los encuentros. Sólo ellos saben lo que se pasa en la soledad de la portería.

Si hablamos de una meta tan especial como la del Barcelona, el encargo es doblemente complicado. Ahí la exigencia es máxima. Son muy pocos los cancerberos que han conseguido ganarse el cariño de la afición azulgrana. Aquellos que han logrado convertirse en leyenda y conseguir el reconocimiento de su grada estando todavía en activo. «Ser portero es un sufrimiento especial», explicaba Víctor Valdés en una entrevista hace tiempo. Quizás el catalán sea uno de los ejemplos más claros del desgaste que supone la portería culé, siempre exigente e implacable a la hora de criticar, tal y como suele pasar en los mejores equipos del mundo.

En ese contexto de exigencia máxima, aparece la figura de Marc-André Ter Stegen, el hombre que en el último lustro ha conseguido hacerse con un hueco en el panteón de porteros de leyenda de la institución catalana. Un lugar reservado a algunos de los magníficos guardametas que han vestido la camiseta del Barça a lo largo de la historia, como podrían ser Ramallets, Sadurní, Urruti, Zubizarreta o Víctor Valdés.

Un barcelonés más

En este tiempo, la integración del jugador de Mönchengladbach en el Barça y en la propia ciudad de Barcelona es absoluta. De hecho, se trata de un caso extrañísimo en el fútbol de élite, al menos en nuestro país. Ter Stegen es un hombre sencillo, que vive en el barrio de Gràcia de la Ciudad Condal como si fuera uno más. Se mueve en patinete, se le ha visto también en el metro y ha reconocido públicamente que se siente más a gusto en la capital catalana que en su propia localidad natal. Esta declaración de amor, sumada a la infinidad de actuaciones decisivas que ha protagonizado desde que llegó, le han valido para convertirse en uno de los futbolistas más queridos por los aficionados en los últimos años.

Con 26 años y un Triplete en el bolsillo desde su primera temporada, la leyenda del alemán en el Barça todavía está a medio escribir. De momento, es uno de los jugadores más en forma de la plantilla. Un fijo para Valverde y uno de los jugadores más decisivos del equipo, junto a Messi. Volver a ganar la Orejona dependerá, en gran medida, de él.

Fuente Marca.com