Seguir al Barça o al Real Madrid por Europa se ha convertido en un lujo calculado al milímetro. Cada sorteo de Champions abre el mapa de ciudades y, al mismo tiempo, el de los números: cuántos partidos se pueden hacer, cuánto se puede gastar sin desajustar del todo el mes y cuánto vale, en términos reales, estar en la grada visitante cuando suena el himno.
Desde la temporada 2024-25 la UEFA ha fijado un tope de 60 euros al precio de las entradas para la afición visitante, que bajará a 50 en 2025-26. La medida evita abusos evidentes, aunque el gran peso del presupuesto ya está en el viaje. Los análisis sobre turismo ligado a la Champions señalan subidas de hasta un 60 % en vuelos y hoteles en las ciudades que acogen grandes partidos, con un impacto directo en los precios de los servicios alrededor del estadio.
El caso del desplazamiento del Barça a Newcastle ilustra bien la situación. El club ha ofrecido un paquete en avión de un solo día, con salida y regreso el 18 de septiembre, por 499 euros para socios, a los que hay que sumar los 50 euros de la entrada visitante. Para las peñas la cifra se eleva por encima de los 570 euros. Un aficionado que decida viajar por su cuenta, añadir una noche de hotel y moverse con cierta comodidad en la ciudad inglesa se acerca con facilidad a los 650 o 700 euros por persona entre billetes, alojamiento, comidas y transporte local.
En el lado blanco el salto se ve con claridad cuando el Real Madrid alcanza una final. Para la cita de Wembley, los comparadores de precios situaban los vuelos desde Madrid en una horquilla entre 400 y 700 euros y hablaban de incrementos cercanos al 200 % respecto a semanas previas. Las entradas superaban los 500 euros en varias categorías y el alojamiento en Londres añadía otro tramo importante. Los cálculos más prudentes colocaban el viaje completo por encima de los 1.200 euros por aficionado, especialmente cuando la compra se hacía a última hora.
Ante estos números, el seguidor medio planifica con más cuidado. Muchos socios reservan durante meses una hucha específica para la Champions y recortan en otros capítulos de ocio para poder subirse al avión cuando el sorteo señala París, Mánchester o Múnich. Otros recurren a ahorros familiares, a pequeñas ayudas de amigos o a soluciones financieras muy concretas como los préstamos en Barcelona cuando el desplazamiento coincide con matrículas, hipotecas o gastos domésticos que no se pueden aplazar. La decisión no siempre es impulsiva: se negocian días libres en el trabajo, se revisan calendarios familiares y se priorizan unos partidos sobre otros.
En los viajes de fase de grupos, con buenos enlaces aéreos, el presupuesto se puede contener algo más. Un culé que sale desde El Prat o un madridista que despega de Barajas y compra con antelación puede cuadrar el desplazamiento en una franja de 400 a 500 euros: vuelo de ida y vuelta en compañía de bajo coste, una noche en hotel de gama media, entrada visitante por debajo del nuevo tope y un margen ajustado para comidas y transporte urbano. La factura crece en destinos con menos plazas de avión o con tarifas hoteleras más elevadas, algo cada vez más habitual en capitales centroeuropeas cuando coinciden Champions y temporada alta.
Hay también aficionados que prefieren financiar solo una parte del esfuerzo. Pagan de su bolsillo el grueso del viaje y se apoyan en pequeñas cantidades, por ejemplo préstamos de 100 euros para cubrir un vuelo que se ha disparado de precio o una noche extra de hotel cuando la logística se complica. Ese tipo de soluciones puntuales les permite mantener un hábito muy arraigado sin deshacer por completo el presupuesto mensual, aunque los expertos en finanzas personales recomiendan no encadenar demasiados créditos en una misma temporada europea.
Detrás de cada cifra hay historias que se repiten. Padres que viajan con hijos y convierten la escapada en un regalo, grupos de amigos que se reencuentran año tras año en una ciudad distinta y peñas que llenan autocares rumbo al aeropuerto. Quien enlaza varios desplazamientos en una misma edición de Champions puede terminar dedicando al equipo una porción relevante del sueldo anual, con temporadas en las que los gastos totales de viajes europeos superan los 2.000 o 3.000 euros entre billetes, entradas y estancias.
Las nuevas reglas para las entradas visitantes alivian una parte de la ecuación, pero el contexto de precios al alza obliga a sacar la calculadora antes de cantar el “nos vamos a Europa”. Clubes, agencias y aerolíneas se miden en ese equilibrio entre rentabilizar el tirón de Barça y Madrid y no expulsar de los aviones y de las gradas a la base social que sostiene el espectáculo. De momento, mientras el sorteo siga cruzando caminos entre grandes plazas del fútbol europeo, siempre habrá hinchas dispuestos a cuadrar cuentas para estar donde se escribe la historia del club.













