La explosión de Samuel Umtiti en el FC Barcelona es una realidad como un templo. Tras diversos y sonados fracasos en la política de incorporar un central de garantías, la llegada del francés cerró, de una vez y por todas, todos los debates. Fue un clarísimo acierto de la secretaría técnica. Umtiti es un central contundente, fuerte físicamente, con una más  que aceptable salida de balón. Y encima, zurdo. Su buen sentido de la posición y la anticipación son cualidades que suponen un plus enorme en el juego del francés. La regularidad en el FC Barcelona le ha catapultado a convertirse en fijo en la selección de su país. Está claro que la operación le salió redonda al club, que únicamente desembolsó 25 millones de euros por un jugador joven, en clara progresión.

 El problema lo tenemos ahora. La claúsula de rescisión, de 60 millones, es una cifra asequible para varias entidades. Sin ir más lejos, el Liverpool pagó 85 millones por Van Dijk o el City asumió la compra de Laporte abonando una traspaso de 65 millones. Se rumorea que Mourinho quiere incorporar a Umtiti,  que pagaría la cláusula y le triplicaría la ficha. Resulta evidente que el FCB debe mover ficha y apostar por el jugador, pero no a cualquier precio. El entorno del jugador, conocedor de la situación, está apretando fuerte las tuercas. Los rumores apuntan que el representante de Umititi se ha subido por las paredes, con una petición económica de 9 millones netos de ficha por temporada. De entrada, a las arcas del club, la operación le saldría por 18 millones anuales, una cifra muy alejada de los parámetros previstos por la entidad.

 Ahora la patata caliente está sobre la mesa del club. Si le dejas partir, previo cobro de 60 millones, volver al mercado para contratar un central  joven y de la calidad del francés, con sólo 24 años, es una aventura muy arriesgada. Considero que el jugador es muy bueno, con un futuro esplendoroso. Pero tampoco para volverse, ni situarle en el top salarial de las grandes estrellas de la plantilla. De hecho, el rendimiento del francés ha decrecido notablemente. En Roma, sin ir más lejos, quedó en evidencia en numerosas acciones. El FCB está en la obligación de negociar y agotar todas las vías de renovación, pero con seny y serenidad. Al fin y al cabo, todos son necesarios pero nadie es imprescindible.  Bueno, nadie salvo Leo Messi.