Arbitrar es muy difícil, injusto, ingrato y un trabajo muy duro. Los árbitros merecen ayuda, comprensión, respeto y que no se les utilice como cabeza de turco constantemente para justificar errores futbolísticos de los que realmente pierden o ganan: los jugadores.

Ahora bien, sin dejar de ser cierto todo esto que comentamos, el arbitraje debe mejorar y mucho hasta ser un elemento más del engranaje perfecto que representa esta máquina que es el fútbol mundial. No es bueno y seguramente es una señal inequívoca de que algo falla, que todos los ex árbitros que hablan sobre la jugada del Bernabeu ante la Juventus no tengan un criterio unificado, donde se ha visto un deporte en el que se mueven tantos millones, sentimientos y emociones, en el que el reglamento cambia dependiendo de la interpretación del mismo.

¿Cómo puede ser qué si los árbitros no se ponen de acuerdo, se espera que alguno de nosotros tengamos razón o no, sobre esa jugada? Las organizaciones arbitrales de FIFA, UEFA y Federaciones están mal llevadas, se han quedado obsoletas y urge cambiar radicalmente el modus operandi. El fútbol corre el riesgo de ser un deporte corrupto cada temporada, por no controlar e informar de cuales son realmente las reglas y el criterio que se utiliza. Esto no sólo se arregla con la tecnología, que ayudará, si no abriendo los medios de comunicación a los árbitros para que puedan explicarse y dar declaraciones post partido, explicándose claramente, sin dejar lugar a la dudas, como, cuando y por qué se deben pitar cada cosa.