TomicEl Barcelona retuvo el cetro de campeón de Copa del Rey en cancha de su eterno rival en una de las finales más polémicas que se recuerdan. Los azulgranas tenían perdido el partido (58-41, min 29), remontaron con un parcial de 3-22 con protagonismo estelar de Heurtel (61-63, min 35), y ganaron en una prórroga enloquecida en la que los árbitros tomaron dos decisiones tan decisivas como calamitosas. A 12 segundos del final del tiempo extra (90-92) Randolph frenó la culminación de un contraataque de Singleton con una falta clarísima (pudo ser hasta antideportiva) que fue ignorada por los árbitros. Esa acción dio alas a los blancos, que con un 2+1 de Carroll agarraron un asa de la Copa a 4,3 segundos del final (93-92).

Y en la última jugada del partido Tomic intentó anotar a aro pasado y su lanzamiento, tras tocar ligeramente el aro madridista, fue taponado con dos manos contra el tablero por Randolph. Los árbitros revisaron la jugada y decidieron, inexplicablemente, dar validez a una canasta que nunca llegó a entrar, pero que vale un título para el Barcelona. Nadie se explica en qué se basaron los árbitros para dar validez a esa jugada y decidir un campeón así, salvo que fuesen conscientes de su error anterior en la jugada de Singleton y decidiesen compensar. Heurtel, MVP del partido, era de esa opinión: «Con la jugada de Tomic nos han devuelto lo que pasó antes con Singleton».

Si en el baloncesto hubiese nevera, García González, Pérez Pérez y Jiménez Trujillo deberían pasar el resto del invierno a bajo cero o colgar el silbato de forma voluntaria. No, el Barcelona no ganó por los árbitros, pero estuvo a punto de perder por ellos, que en última instancia les resucitaron. El caos se adueñó de ambos equipos al final de la prórroga y los árbitros enloquecieron poniendo aún más de los nervios a ambos equipos con sus inexplicables decisiones, intolerables a este nivel profesional.

El partido transcurrió por cauces de igualdad, con el Barcelona imponiendo su estilo aguerrido y defensivo hasta que en el tercer cuarto los blancos se reencontraron con su libro de estilo para empezar a marcar diferencias. Campazzo manejó a velocidad de crucero a su equipo, que empezó a ver aro y se vino arriba. En este cuarto anotó cinco triples, uno de Rudy y dos de Causeur y Randolph, especialmente enchufados estos dos últimos. Pero el combustible de la eclosión madridista fue Ayón, ganador de todas las batallas en defensa y en ataque con un coraje contagioso. El mexicano -12 puntos, 7 rebotes y 5 asistencias a esas alturas del partido- propulsó a su equipo hasta su máxima diferencia (58-41, min 29).

El Barcelona, afectado por las terceras faltas personales de Hanga y Ribas, cayó a la lona. Un triple de Pangos le reanimó momentáneamente antes del último cuarto. Fue como una inyección de adrenalina para los azulgranas, que empezaron el último acto como si se fuese a acabar el mundo y con cinco jugadas de tres puntos (tres triples) y ocho puntos de un Heurtel incontenible obró el milagro de la remontada con un parcial de 3-22 (61-63).

Fueron Causeur y Llull quienes sacaron al Madrid del coma, pero Heurtel, el mejor del Barcelona, seguía picando con saña y acercó a su equipo al triunfo (71-74, min 38), que dio un pase más con dos tiros libres de Claver (73-76, a 1.15 del final). Pangos y Llull erraron sus intentos triples y Campazzo recibió una falta en su intento a 5 segundos del final, anotando solo dos de los tres tiros libres de que dispuso (75-76). Claver recibió falta inmediatamente después a 4,3 segundos del final, pero sólo anotó uno de sus dos tiros libres y Llull, a la carrera, lanzó una bomba que mandó el partido a la prórroga, donde la polémica se adueñó del partido. El Madrid se acordará de los árbitros por haber perdido, algo que el Barça también podría hacer. Pero fueron los azulgranas quienes remontaron 17 puntos en contra, no los árbitros, rematadamente mal en la prórroga.

Fuente: Marca.com