Vida, puta vida. Qué despiadada. ¿Por qué otra vez atacas donde más duele? El corazón del sevillismo ha vuelto a recibir una puñalada a traición. De las que jamás podrías esperarte, pese a que las cicatrices en Nervión sean cruelmente visibles. Ya te llevaste a Antonio cuando su estrella comenzaba a brillar con fuerza sobre la hierba del Sánchez-Pizjuán. Y, ahora, a José Antonio, que trataba de dilatar en el Extremadura una carrera plena, llena de éxitos y donde su huella durará eternamente en la memoria de todo amante del fútbol.
Muere José Antonio Reyes: un talento precoz de tardes de pañuelos
Se ha marchado. La perla. Sin decir adiós. Un accidente nos ha arrebatado al genio. Como otros muchos de las diferentes artes, como la música o la pintura, nos deja demasiado pronto. Como si hubieran estado destinados a hacernos felices en poco tiempo y dejarnos un vacío donde sólo cabe rellenarlo con su recuerdo. Estaba en la flor de la vida. A su fútbol ya le quedaba una pierna izquierda que ha sido la envidia del planeta. A su vida, vivirla, que lo es todo.
José Antonio Reyes (Utrera, 1983). Jugó en Sevilla, Arsenal, Madrid, Atlético, Benfica, Espanyol, Córdoba, Xinjiang y Extremadura
No podríamos ofrecer una noticia peor. Ha fallecido en accidente de tráfico nuestro querido canterano José Antonio Reyes. Descanse en paz. pic.twitter.com/RC26QJ6zOz
— Sevilla Fútbol Club (@SevillaFC) 1 de junio de 2019
A los que amaban su fútbol les quedan sus grandes momentos. Desde aquella primera al Valladolid en el Sánchez-Pizjuán, a la pareja que hizo con Henry en el Arsenal, pasando por sus goles para darle una Liga al Real Madrid o esa madurez de nuevo en Nervión, levantando tres Europa League. La penúltima de ellas, con un pase a Bacca que puede definir a la perfección quién fue don José Antonio Reyes. A los que lo conocieron de cerca, ese humor inagotable y las ganas de divertirse jugando al fútbol, como cuando era un chaval, en cada entrenamiento y partido. Su calidad excelsa le permitía disfrutar en la elite, donde otros muchos sufren.
Nos quedan esos guiños desde la banda de Joaquín Caparrós, su padre deportivo, con cada diablura en sus comienzos; esas conversaciones con los delanteros, donde todos le pedían el pase imposible para una carrera en diagonal; ese tono de Unai cuando se refería a él como «José Reyes», tratando de no endulzar su juego para que mantuviese los pies en el suelo, pero con una mueca de rendición al genio de Utrera. Nunca tuvo los pies en la hierba, siempre fue por encima. Era diferente y lo sabía.
Desde niño. Una estrella que emergió pronto y se ha marchado más pronto aún. El vacío que deja es tremendo. El sevillismo nunca le olvidará. Como no lo ha hecho con Antonio Puerta, ni con Pedro Berruezo. Demasiadas cicatrices. Demasiado dolor. El Sevilla se despide de su niño. El fútbol, de un talento inigualable. Los genios hacen llorar de emoción. Los genios destrozan el corazón en el adiós. DEP, José Antonio Reyes. Rey de Reyes. Puta vida